Blas de Sebaste venerado como San Blas, fue médico y Obispo de Sebaste y en tiempos de persecución a los cristianos ordenada por Diocleciano se retiró a vivir a una cueva donde los pajaros y las fieras salvajes convivían mansamente con él. Los soldados le encontraron y le llevaron preso, de camino a su prisión se encontró con un niño que se había clavado una espina de pescado en la garganta y estaba a punto de morir, entonces San Blas le salvó. Fue encarcelado y torturado por los soldados que le rasparon el cuerpo con un peine de hierro y al final fue decapitado a principios del S. IV.
Su culto se extendió por Europa como santo sanador y preservador de los males de garganta, como protector de los animales y como patrono de los cardadores, está clara la relación de su culto con su historia. Su festividad se celebra el día 5 de febrero y es un santo muy venerado en España, Francia, Italia y en todo el mundo cristiano.
La creencia en este Santo se manifiesta en varias prácticas populares. En Zorita (Cáceres) se pasaban, a pricipios de siglo, un báculo por el cuello rezando un padre nuestro para prevenir el mal de garganta. En muchos pueblos y ciudades se fabrican, tortas, bollos, roscos, etc para bendecirlos en las misas que se celebran el dia de San Blas, pues se cree que tienen virtudes curativas o preservativas. Hoy en día se mantiene la práctica de bendecirlos y tomarlos tanto hombres como animales, para evitar las enfermedades de garganta (Caro Baroja, 1995).
San Blas ha sido un santo popular entre los pastores y aldeanos, pues ya su nombre era común entre los pastores medievales.